Los problemas más graves de la Contrarreforma se produjeron por la persecución de los moriscos granadinos, a quienes se les prohibió el uso de su lengua, vestidos y costumbres. Esto desencadenó la sublevación de las Alpujarras en 1517, que se acabó después de 3 años de lucha. Por la gravedad y la intensidad de sus combates también se le conoce como la Guerra de las Alpujarras.
En los meses siguientes los moriscos se dispusieron a negociar a través de Jorge de Baeza y Francisco Nñez Buley, sus representantes, quienes defendieron que las tradiciones perseguidas por el edicto no eran incompatibles con la doctrina cristiana y que el comercio, principal actividad económica de la población morisca después de la agricultura.
No recibieron mucho apoyo en la capital, pero la rebelión se extendió rápidamente por la Alpujarra. A la cabeza del levantamiento morisco se situó Fernando de Córdoba y Válor, que fue proclamado rey cerca de Narila y que se hacía llamar en árabe Abén Humeya, por declararse descendiente la dinastía del Califato de Córdoba. Faraz Aben Farax, uno de sus seguidores, fue nombrado alguacil mayor del rey. En 1569 Abén Humeya fue asesinado, ocupando su puesto como rey su primo Abén Aboo. La rebelión fue apoyada militar y económicamente desde Argelia, con el objetivo de debilitar a Felipe II, pasando de los 4.000 insurgentes en 1569 a los 25.000 en 1570, incluyendo bereberes y turcos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario